Del mismo modo que Israel es el reloj de Dios, el capítulo 24 del evangelio según San Mateo debe ser el manual profético de todo cristiano, desde 1948 cuando Israel fue restaurado como nación, las arenas del reloj caen lenta, pero consistentemente, marcando el pronto retorno de Cristo a la tierra.

En estos días en que un cantante blasfemo acusa a Jesús (el Santo de Israel) de homosexual (el ladrón juzga por su condición y siempre anda buscando compañeros para no hundirse solo), en este tiempo cuando irreverentes indúes creen burlarse del Hijo del Altísimo colocando cerveza y cigarrillo en una imágen icónica del Salvador y cuando hermanos cristianos son sacados a punta de armas de fuego en medio de un servicio dominical, sabemos que nuestra redención se acerca.
Si pensábamos que la persecusión era cosa del pasado, la hora ha llegado y ahora es, cuando la iglesia del Señor sea perseguida, vejada y vituperada, pues a medida que las almas se convierten de sus malos caminos y vienen al Señor su Dios, el diablo (que el Señor

El cristiano vigilante debe abrir bien los ojos, cuidar su salvación con temor y temblor y saber que las profecías estan cumpliéndose vertiginosamente y no debemos sorprendernos si uno de estos días, cuando menos lo espere el mundo, escuchamos las trompetas sonar y la voz estruendosa gritar " he aquí el Esposo salid a recibirle".
El día y la hora nadie lo sabe, pero las señales están ahí, velemos y oremos para que cuando nuestro Señor regrese nos encuentre actuando así.