Mi amigo Pedro, se ufana de ser un padre excelente y amoroso con sus hijos (realmente es bueno en eso) siempre pendiente de lo que hacen con su vida, los ayuda, los aconseja y es, si se quiere, el mejor amigo de ellos.
Por cosas de la vida, los hijos de mi amigo no viven con él pero a diario ha y comunicación a diario entre él y ellos, pero últimamente y como ya están grandecitos, el ha decidido darle cierta autonomía y no los llama, pero no por descuido, sino a la espera de que ellos lo llamenl.
El otro día, Pedro perdió comunicación con uno de sus hijos por cási una semana y durante ese tiempo, ni él llamó a su hijo pero tambpoco el muchacho lo llamó. Al cabo de varios días cuando por fin llegó la llamada, él trató lo con mucho cariño pero no desperdició la ocasión para recriminarle por no haber cumplido su deber de hijo, "sólo me llamas cuando me necesitas, mientras yo estoy pendiente de ti todo el tiempo" el hijo inmediatamente intentó justificarse diciendo que tenía muchas ocupaciones y debéres en la escuela y Pedro ya no siguió insistiendole.
Lo mismo que ocurre con nosotros y nuestra relación con Dios, cuando estamos en necesidad o en algún tipo de aprietos, clamamos y le hablamos a Dios a diario, a cada instante le recordamos al Señor lo que necesitamos, y tan pronto el nos lo da, nos olvidamos de El y jamás volvemos a hablarle hasta que le necesitamos de nuevo. Oramos por un empleo y cuando Dios nos lo da, dejamos que la bendición se torne en esclavitud, nos distraemos en los afanes y nos embelezamos en lo bueno de dádiva de Dios y nos olvidamos de ser agradecidos con El yendo a su trono a expresarle nuestra gratitud. Quitamos así la vista de nuestra soberana vocación.
Dios nos ha escogido para alabanza suya, pero los afanes de este siglo nos envuelven y el tiempo de labor se nos hace corto, estamos tan atareados que solo alcanzamos a enviarle a Dios cada día, si acaso, un telegrama de cinco palabras "gracias Señor por este día" y ya. Creemos que con eso fue suficiente, más no lo es.
Dios lo sabe todo, pero a El conoce nuestras penas y alegrias, lo que hacemos y lo que no, pero a el le agrada que le contemos cosas nuestras, que entremos en confianza, que no solo le hablemos de nuestras cuitas, sino que le expresemos agradecimiento, que le digamos de nuestras alegrías pero sobre todo que no dejemos de pedir por los demás,.
Y aunque parezca que nunca hay tiempo, siempre lo habrá, si realmente queremos y amamos a Dios. Cuando usted está interesado en alguna persona del sexo opuesto, siempre hay tiempo para intentar enamorarle, aun las grandes distancias no son obstáculo cuando hay interés. Dios quiere que usted y yo hagamos lo imposible para que a diario busquemos su rostro y su presencia.
Esto no requiere tiempo adicional, basta con entablar una relación de veinticuatro horas con Dios, hablarle en todo tiempo, al levantarse, mientras se asea, mientras conduce, mientras trabaja, a la hora de hora de comer, cuanco regresa a casa y se encuentra en el congestionado tráfico, a la hora de la cena y antes de irse a la cama a descanzar, debemos "orar sin cesar".
Ore por usted, por su familia, por sus vecinos, por sus amigos, por quienes le adversan, por las autoridades de su país, por los líderes del mundo, por los pastores, por los misioneros y evangelistas, por las almas que se pierden, por los enfermemos, los encarcelados, los niños, las embarazadas, las que no pueden concebir aunque quieren, siempre hay alguien y un motivo para orar y cuando usted crea que ha terminado, encontrará que se le olvido orar por el chico que le trae el periódico en las mañana o que los vende en la esquina, ore por el verdulero que pasa frente a su casa, por su artista favorito, por la señora del servicio, por sus compañeros de trabajo.
Y si le preocupa que la gente lo vea hablando solo, descuide, puede hacerlo sin abrir su boca. La mente es un poderoso transmisor de pensamientos dirigido al trono del Supremo. Hágalo, yo también lo haré y recibirá mucho más de las bendiciones que Dios ya le dió esta mañana con el nuevo día.
Orar sin cesar, esta es la historia sin fin del creyente y cuando ya no encuentre por quien orar, de seguro es porque habremos llegado a la presencia de Cristo, sea que muramos o que El haya venido por su iglesia.
Dios anda buscando a doradores y es necesario que quien le adore, lo haga en espíritu y en verdad, no a medias, sino a tiempo completo. Hagámoslo y no nos arrepentiremos, y permita el Señor que cuando El venga, nos encuentre obrando así.