Ittanwalli.- Para comprender por qué los cristianos pakistaníes se sienten amenazados por el creciente extremismo musulmán en su país, sólo hay que hablar con un guardia en la cárcel donde una mujer cristiana está alojada en el pabellón de la muerte, acusada de blasfemia.
Asia Bibi fue sentenciada a la horca en noviembre por supuestamente insultar al profeta Mahoma, bajo las polémicas leyes de blasfemia de Pakistán. Hace unas semanas, un político abiertamente liberal fue asesinado por su propio guardaespaldas por luchar por su liberación.
Desde entonces el asesino es visto como un héroe por muchos en el país mayoritariamente musulmán, donde se está fortaleciendo una interpretación dura y a menudo implacable del Islam.
El guardia Ansaar Jameel, en la prisión Sheikhpura donde Bibi está detenida, resumió el parecer general tras el asesinato del gobernador de la provincia de Punjab, Salman Taseer: "Lo que ocurrió estuvo justificado".
La muerte de Taseer -y el trato que se le dio a su asesino- han sembrado más temor que nunca en la comunidad cristiana mayormente católica y protestante que representa casi dos tercios de los 170 millones de habitantes de su población.
Al asesino confeso, Mumtaz Qadri, le arrojan pétalos de rosa después de sus apariciones en la corte. Cientos de abogados se han ofrecido a defenderlo de forma gratuita.
Estas son señales preocupantes de que el extremismo religioso ha penetrado en gran parte de Pakistán, un aliado que Estados Unidos considera indispensable en su guerra contra el terrorismo internacional.
"Si un guardaespaldas puede matar a un gobernador, una persona de alto perfil, una persona famosa aquí en Pakistán, el gobernador de Punjab Salman Taseer, ¿qué puede pasarme a mí?", preguntó el activista cristiano Shahzad Kamran, que ofrece apoyo moral, legal y financiero a personas condenadas por violar la ley de blasfemia.
Kamran ha dejado de visitar a Bibi en la cárcel porque teme por su vida.
"Cualquiera, cualquiera puede asesinarme con la misma acusación que pesó sobre Salman Taseer", manifestó.
Aldeanos con veredícto propio
Los cristianos modernos de Pakistán son los hijos de hindúes o musulmanes convertidos por misioneros que llegaron al subcontinente indio hace unos 250 años.
Cristianos y musulmanes generalmente viven en armonía, pero muchos dicen que son tratados como ciudadanos de segunda clase y se sienten inseguros por varias razones, incluyendo la ley de blasfemia y los esporádicos ataques militantes a iglesias.
Bajo dicha ley, cualquier condenado por hablar mal del Islam o del profeta Mahoma se enfrenta a cadena perpetua o a la pena de muerte. El guardaespaldas Qadri y sus partidarios acusaron a Taseer de ser blasfemo simplemente porque se manifestó en contra de la ley.
Si bien en más de 50 por ciento de los casos los acusados de blasfemia son musulmanes, activistas de derechos humanos dicen que la legislación es a menudo usada para condenar a las minorías, o arreglar cuentas personales, como Asia Bibi afirma que le ocurrió a ella.
La furia contra Bibi en su pueblo, Ittanwali, parece estar basada en rumores indicando que la mujer había confesado sus insultos contra el Islam. Lo único que está claro es que sus problemas comenzaron con una disputa con otras trabajadoras rurales que posteriormente la acusaron de blasfema.
"Si ella regresara la mataría a golpes con cualquier cosa que tuviese a la mano", dijo Inayatullah, un hombre de 65 años con encendidos ojos verdes y barba blanca. Un grupo de personas se reunió en torno a él, incluyendo un niño de 14 años, afirmando que la mujer debía morir.
Bibi y su familia son los únicos cristianos en Ittanwali, un pueblo de chozas de barro rodeado por campos de caña de azúcar y naranjos. Las familias usan excremento de vaca como combustible y el lugar está atrapado en la pobreza, un microcosmos del abandono social y económico que hace que Pakistán sea inestable.
Los malos servicios desacreditan al Gobierno, que es profundamente impopular, y hace que la gente sea más susceptible a la prédica de clérigos de línea dura. Que los índices de analfabetismo a nivel nacional superen el 50 por ciento hace que los extremistas ejerzan un enorme poder sobre la gente.
Sentada dentro de las paredes de ladrillos de barro del complejo de viviendas de la familia donde pastan las cabras, la cuñada de Bibi, Farhad, dice que los clérigos comenzaron a anunciar que los "cristianos son perros" después del arresto de Bibi.
Hasta ahora, sus vecinos musulmanes no han creado ningún problema, pero eso podría cambiar dado lo caldeado del clima tras la muerte de Taseer.
De cualquier modo, ella dice que su familia está atrapada.
"¿Adónde podemos acudir? ¿Adónde podemos huir? Hemos dejado todo en manos de Dios. El hará lo que sea mejor para nosotros", dijo Farhad.
Con el asesinato del gobernador, los cristianos saben que han perdido a un defensor único.
Dentro de la magnífica catedral del Sagrado Corazón de Lahore, el arzobispo de la ciudad, Lawrence Saldanha, pide a los fieles que recen por el alma de Taseer y le pidieran a Dios que diera a los cristianos la fuerza para practicar su fe.
Afirmó a Reuters que la cúpula política de Pakistán consiente a influyentes partidos religiosos a cambio de su apoyo en el profundamente conservador, una acusación común.
"Ellos tratan de llegar a la política usando la religión de forma equivocada, una interpretación muy estrecha del Islam", dijo el arzobispo.
Es poco probable que esa política cambie a la brevedad.
El impopular Gobierno necesita todo el apoyo que pueda conseguir. Las frustraciones están creciendo por la inflación en aumento, los cortes de suministro eléctrico y los atentados suicidas perpetrados por militantes talibanes.
Los cristianos de Pakistán sólo pueden esperar que el asesinato de Taseer no aliente más violencia en su contra.
En el 2009, cuarenta casas y una iglesia fueron incendiadas por una turba de 1.000 musulmanes en la ciudad de Gorja, en la provincia de Punjab. Al menos siete cristianos fueron quemados vivos. Los ataques fueron provocados por informes sobre la supuesta profanación del Corán.
Otra vez en Ittanwali, el clérigo Maqsood Ahmed Masoomi sugirió que si alguien en el pueblo comete blasfemia, puede que no llegue a la justicia.
"Deberían ser asesinados en el momento", opinó el religioso.
(Fuente: REUTERS/Michael Georgy/Marion Giraldo)