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Buerk relata que aparentemente la vida continúa como si no se hubiera desatado una crisis nuclear a tan solo 250 kilómetros al norte de la ciudad.
Pero explica que vistos con más detenimiento se aprecian señales de preocupación, como el menor número de automóviles en las calles, o las colas para hacer acopio de víveres en los supermercados o para recargar el depósito en las gasolineras.
Los extranjeros han comenzado a marcharse y varias aerolíneas asiáticas y europeas han cancelados sus vuelos a Tokio.
Austria anunció que está trasladando al personal de su embajada a Osaka, una ciudad más al sur, mientras que China se prepara para evacuar a sus nacionales que viven en la zona cercana a la planta nuclear accidentada.
(Fuente: BBC Mundo)