Dios existe desde antes del tiempo, a El nadie lo creó, de El procede todo lo creado.
Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo. Tres personas, un solo Dios, tres manifestaciones distintas pero unidas de un mismo Ser que según el propósito y la ocasión se hace presente ante la humanidad cumpliendo el plan de salvación.
En su primera teofanía o manifestación divina, creo Dios los cielos y la tierra, el mundo y lo que en el habita. Luego para completar su obra dijo: “hagamos al hombre…” (Génesis 1:26) Dios en su rol inicial trazó el orden universal, el plan de comunión eterna entre el hombre y todo lo existente en el plano material, entre EL y Adán, (la mayor y mejor de sus criaturas).
Tras romperse el vínculo, al quebrarse la nota armónica a causa del pecado, se hace necesario que la vía de la Salvación sea reparada y que el nexo entre Dios y el hombre sea restaurado, ya que fuimos creados para “gloria y alabanza de su nombre” (Efesios 1:6 y 12) y no puede ser de otra manera, así que, Dios el Padre, con el propósito de restituir la comunión con el hombre se desprende de su Hijo único y lo envía a la tierra, Dios mismo en la persona de su Hijo Jesús, completó el trabajo de la redención y a precio de sangre, la suya propia, compro la restauración del hombre y construyó el puente de regreso a Dios. Esta fue la segunda manifestación del Todopoderoso.
Dios, quien todo lo sabe, conociendo que lo débil de la naturaleza humana, y conociendo las tretas del Adversario, prometió por boca de su Hijo, habitar entre nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
De esta forma, y tras la ascensión del Hijo a la diestra del Padre, fue enviado a la tierra la tercera manifestación de Dios: El Espíritu Santo, una persona excepcional, cuya versatilidad y multiplicidad de funciones le permiten guardarnos, consolarnos, alertarnos cuando estamos a punto de pecar, cuando andamos en pecado nos convence para que volvamos a Dios, nos enseña a vivir conforme a la voluntad del Padre y nos recuerda cada una de las cosas que Dios quiere que hagamos.
Los Russelístas o Testigos de Jehová han perdido la senda y caído en el error de negar la personalidad del Santo Espíritu de Dios, al afirmar que es solo la fuerza de Dios pero sin atributos personales.
A la luz de la Palabra Dios (la Biblia) demostramos que el Espíritu Santo es una persona. Veamos algunos puntos.
- Es inteligente (1era Corintios 2:10-15) aunque la Nueva Era pretende atribuirle inteligencia a cosas tecnológicamente creadas, Dios mismo es la inteligencia (Proverbios 8:22) y solo ha compartido esa cualidad con el hombre al crearlo a su imagen y semejanza.
- Posee emociones: “Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios…” (Efesios 4:30) si se entristece el Espíritu, es porque es una persona. ¿Acaso puede un árbol o una roca entristecerse, llorar, reír, sufrir o gozar?. NO solo una persona puede hacerlo.
- Posee voluntad propia (1era Corintios 12:11). Solo las personas la tienen, no así las plantas, las rocas, ni ninguna otra cosa creada.Por ser Dios mismo, está en todas partes (Salmos 139:7), todo lo sabe (Romanos 8:27) y todo lo puede (Romanos 15:19).
Y por si le quedare alguna duda de la personalidad del Espíritu Santo preste atención: Al Espíritu Santo se le puede mentir (Hechos 5:3), tentar (Hechos 5:9), resistir (Hechos 7:51), entristecer (Hechos 4:30), invocar (Ezequiel 37:9) e incluso blasfemar en contra de El (Mateo 12:31) pero quien haga esto último estará auto condenándose sin escapatoria posible a las llamas del fuego eterno, ya que éste es el único pecado imperdonable.
De la misma manera que en el Padre fue consumada la Creación, y en el Hijo la Reconciliación, por el Espíritu Santo somos guía a toda verdad y justicia. El nos mantiene siempre gozosos y nos ayuda a vivir una vida fructífera y victoriosa en Cristo, EL es quien da testimonio de que somos hijos de Dios y de que andamos en luz. De modo que si queremos ver el rostro de Dios debemos procurar la llenura del Espíritu Santo. De lo contrario, no nos peinemos, porque a Dios no iremos.
Así que, escudriñe bien su Biblia, apréndase esto de memoria y si quiere, imprima este articulo y guárdelo para cuando alguien venga a contarle una historia diferente sobre el Espíritu de Verdad, pueda tener a mano la manera de enfrentarlo con mansedumbre, a la luz de la Palabra de Dios. Bendiciones abundantes.